martes, 22 de julio de 2008

Laicatin

La chica biónica sabe a helado de almendras
si la besas de madrugada.
Se ríe por las mañanas
y me deja acariciar y leer
el parque de atracciones de su costado.
La chica biónica cierra mucho los ojos
cuando le besas el cuello,
quiere quitarse la cresta,
se preocupa de si tengo hambre.
La chica biónica tiene,
en su habitación, un espejo gigante
que se puede atravesar,
y dos persianas casi cerradas.
Y un sofá, blanco y blando, para las resacas.
La chica biónica escucha mis divagares
y me sigue en mi discurso errático.
Me llama snob y gafapasta con una sonrisa
y simula atender a mis desvaríos dementes,
descansa con el brazo
más allá de mi pecho
y me relaja
si la miro mientras duerme.
La chica biónica tiene un jersey a rayas,
bebe leche con piña
y me deja dormir en su cojín.

Pero lo mejor de todo
es que, a la chica biónica,
le divierte mi nariz…