jueves, 14 de agosto de 2008

Redegeneración

En casa ya no queda
ninguno de tus recuerdos.
Las fotos de Londres desaparecieron
al mismo ritmo que el vino de flores,
y otros suspiros tapan los tuyos
mientras yo corro como un elefante
sorteando libros y lencerías.
Ahora, en el jardín de la pensión,
las bogavilias lloran flores secas
y hay riego por aspersión,
mañana es demasiado lejos
y quedé con un desconocido
para ser, también,
el malo de su película.
Llevo siempre un diazepán
en el bolsillo
donde antes llevaba las llaves
de tu casa de la montaña.
Y ya ni mis amigas
se dignan a contestar mis llamadas,
mientras escucho una y otra vez
mis canciones favoritas de Bunbury...