Te levantaste temprano y,
mientras yo dormía,
fuiste a por el periódico.
Luego volviste a casa,
te sentaste en la cama,
y leías el artículo de Robert Fisk
sentada en la cama.
Y yo seguía durmiendo.
Me acariciaste el pelo,
la cara, me tiraste del piercing,
creo que soñé que me decías
lentamente y muy bajito
que me querías.
Y yo seguía durmiendo.
Y me desperté asustado
pensando que no estabas allí.
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