viernes, 8 de diciembre de 2006

Vanguardia

Ahora tengo un periódico cada día. Con sus noticias y sus opiniones. Incluso con las necrológicas (que son la parte que más leo. Me encantan las notas de aniversario). Hay muchas noticias que me ponen incluso cachondo. Violencia gratuita, el valor de Google en bolsa está sobrevalorado, Tom Waits ha sacado un triple disco autobiográfico...
Lo más importante es encontrar la historia que te permita encontrar un hilo argumental. Que te impulse a decir algo. Bueno, vale, de acuerdo...
Mientras leo el periódico, camino del trabajo, encuentro un par o tres de frases que me dicen "¡yo!, ¡yo!", pero a los diez minutos ya no se que frases eran. Más que miedo a la página en blanco es la falta de memoria de un pre-alcohólico desmemoriado.
Mantengo una tensa relación con lo que me gustaría hacer, lo que debo hacer, lo que hago y dormir. Y siempre gana la resaca.
Voy constantemente enchufado a iPot, a mis gafas de sol y a algo para leer. No es que me guste incomunicarme. Lo que no me gustan son la mayoría de humanoides que pululan a mi alrededor. Conversaciones absurdas que me provocan dolor de cabeza, músicos de carrito con bafle que me producen dolor en el alma, ojos mirando mis ojos que no miran ojos...
Me hace falta un poco más que una sonrisa bonita para enamorarme. Quizá saber estar en silencio, el gusto absurdo por las películas de los sábados al mediodía, que tengas cinco o seis vinilos que me gustaría tener yo, que beses con los ojos cerrados. Y casi todas las mujeres cierran los ojos al besar.
Otra vez estoy escribiendo estupideces espasmódicamente, sín sentido, negándome a mi mismo la estructura básica inicio, nudo, desenlace. Los protagonistas desaparecen y aparecen sin lógica y como narrador omnisciente de mi vida soy bastante limitado. Escribo en bares, servilletas, he cambiado poemas por cubatas, cubatas por besos, un sombrero por unas risas, un piercing por una boda, a mi mismo por un deseo inconfesable, un futuro por un poco de pan. Y ahora si me preguntas, te diré que seré feliz cuando nadie me intente imponer nada. Quiero vegetar tranquilo, follar de vez en cuando (e incluso creo que ni eso), tener dos paredes más, que las puertas de casa cierren bien, no pasear para ir al baño...
Incluso me gustan los puntos suspensivos. Y no por puntos.

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