jueves, 15 de marzo de 2007

Huecos y seda

Habituado a la soledad, tus suaves palabras
susurradas a escasos centímetros de mis oídos,
me devuelven un mínimo porcentaje
de mi perdida capacidad de creer
que hay algo mas allá del onanismo.
Oigo palabras cadenciosas, suaves murmullos,
oigo tus manos suaves en mi pelo,
oigo fantasías de pelo corto y ojos tristes,
oigo tatuajes rozando sedas…
Luego, cuando me mandas mensajes al móvil,
mientras me alejo de tu casa oyendo a Wagner,
mientras huelo el sudor triste y amargo
de la gente que va en el autobús,
me vuelvo a sentir solo, hueco, absurdo…
Y es por eso que las noches son largas,
los gin tonics cortos, los días tristes,
los tópicos redundantes y Diamanda tierna.
Es por eso que ya no me creo mis propias mentiras
ni mis arrebatos de sinceridad y politoxicomanía.
Porque espero que, en alguna parte, haya alguien
esperando que alguna palabra amable
salga de mi flujo de odio y miedos,
de mis silencios largos y tristes,
de mis retrasos, mis chistes malos,
mis obsesivos fetichismos de manual…
No se si serán sus ojos azules, o su sonrisa,
o quizá el piercing de su lengua,
lo que consigan que me vuelva loco,
que fluyan sentimientos y sensibilidades
que, seguramente, tenga escondidos muy dentro,
todavía envueltos en celofán y por estrenar.
Cambiaría años de cinismo por una tarde de sofá,
horas y horas de ir a la contra, sin control,
por abrazos y caricias mientras, en las calles,
detrás de tus cortinas, se está poniendo el sol…

No hay comentarios: